miércoles, 24 de junio de 2015

Tazita no more...

Érase una vez una niñita con sobrenombres como Polvorita, Tazita (por Taz), La Chúcara y así, suma y sigue, ya que era muy propensa a la reacción viperina, más que a responder desde la calma cuando se sentía atacada. No hace mucho  logró darse cuenta de cómo toda esa rabia y a veces ira que llevaba por dentro por una “injusticia” hacia su persona, la terminaba dañando más aún. Era como darse de latigazos, esperando que el foco de la rabia recibiera los golpes y sintiera la carne quemarse bajo los golpes…en fin, así funcionaba ella y es que tanto la habían dañado, tantas desilusiones, tantas batallas, tantos abusos, tantas injusticias que había tenido que sobrevivir que era la respuesta que tenía al mundo hostil en el que sentía habitar.

Un día, se encontró con un niñito, que con su calma y amorosidad le empezó a mostrar otro mundo con su mera presencia y forma de actuar. No había necesidad que el hablara, ella tuvo la lucidez de fijarse en los actos del niño, que además iban de la mano con sus palabras (cuando este decidía hablar) y por primera vez en su vida pudo vivenciar el amor sano, el amor tranquilo, el amor sin reproches y sin exigencias. Este fue el portal, su iniciación a una nueva forma de relacionarse consigo misma y luego con otros.

Poco a poco se fue dando cuenta, fue ejercitando, fue desidentificándose con las emociones negativas que la embargaban cuando una situación, que la llevaba a una antigua memoria de miedo, se apoderaban de ella. Fue aprendiendo que las memorias dolorosas y traumáticas que le venían a la memoria del ahora cargadas, pintadas, impregnadas de estas emociones negativas la paralizaban y la llevaban a un lugar de malestar físico, de dolores de cabeza, de incomodidad generalizada, de no querer estar en su propio cuerpo. Quería escapar de sí misma. Hasta que un día, tras mucho empeño y trabajo decidida a cambiar, entendió. Hasta que se dio cuenta. Hasta que cruzó ese umbral, hacia el que se sentía empujada, y al atravesarlo empezó a aprender. Despertó a la Vida, con todos sus colores y toda esa magia que sabía intuitivamente existía y que siempre le había hecho resurgir desde las cenizas.

Empezó a aprender sobre la importancia del presente, del aquí y el ahora, como un regalo. Que no hay otro tiempo que AHORA, que todo lo que nos han enseñado sobre el tiempo pasado y el tiempo futuro tiene que ver con una escolaridad lineal, de sociedades donde nos educan para producir no para sentir. Desde pequeños somos indoctrinados por estas máquinas de poder, manejadas por fuerzas robóticas que solo les interesa que se siga ese orden establecido, ese manejo de las masas como si de moldes gigantes de rebaños desalmados se tratase.

El pasado y el futuro no existen. El pasado solo existe porque está en la memoria, en las fotos que sacamos, en las imágenes que grabamos. Estamos obsesionados con dejar una marca, una huella. Será que instintivamente sabemos que todo es un sueño y que hay que despertar? No digo que la Vida sea un sueño, todo lo contrario, es MUY real, es cómo la vivimos que define si estamos despiertos o funcionando como “roboccs”. Estamos más cerca o más lejos el uno del otro? Te sientes más cerca o más lejos de la persona en tu grupo de estudios? Del vendedor en el paradero? Del carabinero en la calle? Eso depende de qué lente apliquemos para mirar a estos seres, a todos los que son “los otros”, “los demás”. Depende de qué tan dormidos estamos cuando abrimos la mirada, hacia nosotros primero y luego al resto. Qué ves, cuando te ves? Puedes verte? Me refiero a la imágen sin editar, esa sin Photoshop y que involucra todo lo que somos. Ying y Yang…dentro de lo blanco, lo negro y dentro de lo negro, lo blanco. Puedes aceptar y decir “si, ese/esa soy yo”, sin bajar la cabeza, no por soberbia solo admitiendo todo lo que es en este preciso instante. Sin juicios. Sin ponerle mente. Solo observándote. Sientes soledad? Sientes dolor? Sientes vacío? Sientes amor? Sientes compasión? Sientes humildad? Qué ves, cuando te ves? Si no puedes verte, como podrás ver a otro u a otra?

Cuando realmente VES a otro/a y sientes esa misma mirada de vuelta, es como ninguna otra sensación en el mundo. A veces  los amantes, con la euforia del enamoramiento que nos hace perder la cordura y caer en la locura, confundimos esas miradas con la real y no es hasta que a ambos nos toca pasar por una prueba, que logramos darnos cuenta si en verdad me estoy viendo, si en verdad estoy viendo y si en verdad estoy siendo vista/visto. Por eso, hay que llegar a un autoconocimiento tal que no confundamos miradas con visión. Requiere de práctica, no se logra de forma inmediata y todos tenemos distintas técnicas y formas de llegar a vernos, es decir conocernos a concho, sanarnos y despertar para ayudar a sanar las heridas propias y las de otros. Otros? Si, aunque sea solo una persona trabajando para ser mejor, impacta a su entorno de forma positiva porque somos energía, somos materia, no somos islas. Estamos todos conectados, queramos o no, es por eso que se habla de química entre las personas, o cuando decimos “siento X vibras de tal y cual”. Somos energía pura, somos seres amorosos en esencia, solo tenemos que recordar! Recordar a qué vine! Recordar que esta Vida no es solo levantarse al son del reloj todas las mañanas para producir, no es solo eso. Somos más que meros robotines y al mismo tiempo, entender que no todos tenemos la misma misión y que no cruzar el umbral es igual de valido como sí hacerlo. Cada cual tiene su propia evolución, a su propio tiempo.

En fin, atrás quedaron los apodos de la niñita. Creció y está aprendiendo, aunque a veces aparece…a veces patalea, es un trabajo en proceso pero su recompensa es para  la mujer que es hoy en día. A la que le han dicho, amorosamente, en alguna ocasión…La Gioconda…porque a veces, las niñitas que hemos pasado por fuegos transformativos en la Vida, terminamos con una leve sonrisa en los labios. Una sonrisa que no deja al descubierto los enormes misterios que llevamos dentro, porque esos…solo los entregamos a quien realmente sepa correr el velo, a quien de verdad…nos VE.

Cariños y felicidad,

K (ex-Tazita)

 

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