lunes, 22 de junio de 2015

La Rueda - Lo mejor Siempre está por Llegar

Llegar al fin de una etapa, señala el camino recorrido y lo que hemos aprendido durante ese período. Al mismo tiempo, es el inicio de otra aventura, el inicio de más aprendizaje. Ojalá cada etapa tratase nuevas tareas, pero no siempre es así. Nosotros mismos nos encargamos de aprender o no lo que tenemos que incorporar a nuestros ciclos, y más de una vez en la vida somos repitentes. No porque hagamos mal las cosas, a veces simplemente queda algún detalle por explorar que antes no logramos resolver al 100% y antes de avanzar hay que reanudar alguna labor y repasar materia para poder avanzar en nuestro crecimiento y desarrollo.

Sin embargo, sabemos lo amargo que es pasar por estos períodos usualmente dolorosos, pero es durante ese proceso de oscuridad y desolación que debemos darnos cuenta del tremendo potencial que tiene para nuestro propio bien. Suena raro, si? Cómo puede ser que el dolor sea beneficioso? Primero que todo, separando el sufrimiento del dolor. El dolor es una de muchas sensaciones que es bueno conozcamos, para así poder reconocerlo cuando llega sin hacerle el quite, sin intentar deshacerse de él porque también forma parte. Tenemos que recordar que la Vida es un delicioso enjambre de polaridades que nos ayudan a descubrir los sabores de esta,  recordando que al ser una mezcla que se entrelaza, las divisiones no son tajantes y se entremezclan los sabores, los colores, los aromas...creando así un sinfín de combinaciones que tenemos que aprender a percatar. No existe un molde universal para esto, cada uno de nosotros debe ir descubriendo su arcoíris personal y a veces durante esa aventura toca pasar por el dolor.

Ahora bien, el dolor no es sufrimiento. Si? El sufrimiento viene siendo el adjetivo, el superlativo, el título de la canción que estamos entonando y por lo tanto no es real. Quiero decir, cuando estamos en el sufrimiento lo sentimos muy real! Duele todo, lloramos, desesperamos, ansiamos y muchas veces perdemos de vista nuestro Norte, pero es optativo. Si! Cada uno de nosotros escoge este particular "topping" para el postre que nos estamos sirviendo. Entonces, sabiendo esto, porqué querríamos añadirle un "topping" tan tóxico a un exquisito postre que estamos por servirnos? Ya, pero aún queda el dolor, dirás. Si, aún queda el dolor y este forma parte del postre. Es necesario, es un ingrediente más en el postre que es la Vida, sin él no aprendemos. O acaso disfrutas de una cama recién hecha sin saber lo que es no tener dónde dormir? O acaso disfrutas de estar con el amor de tu vida, si no pasaste por lecciones previas que te llevaron a reconocerlo o reconocerla? El dolor es una tarea, una lección, una clase y es nuestro amigo. Un pinche amigo quizás, pero amigo, porque es de esos que te dice y te muestra las cosas tal como son. Te muestra a TI, tal como eres en este preciso instante. Te ayuda a crecer, no te endulza con falsos espejos diciéndote que está todo bien y que eres el ser más bello de la comarca. Es tu amigo, porque aunque duela, te muestra en qué mejorar. Siempre hay espacio para crecer, desarrollar, ser mejor de lo que éramos ayer o hace un instante y paradójicamente, mientras más pasamos por estas etapas de dolor menos lo vamos sintiendo. No queremos que desaparezca, pero que cada vez que tenga que hacerse presente sea con más y más amorosidad. Es distinto tener un maestro que intenta enseñarte a gritos, a tener uno que te enseñe desde la calma y la compasión.

Para poder asimilar que algo nos duele, primero debemos darle un espacio en nosotros mismos. Es decir, si me duele que una relación no esté funcionando, concentrarse en el otro es una soberana pérdida de tiempo que te aleja del propósito del para qué tienes que vivir esa experiencia. Hay algo en ese dolor que te está señalando un cambio que debes hacer en ti, un switch interno que se debe reacomodar para sintonizar con quien eres de verdad, y quienes somos en esencia no tiene nada que ver con el cuerpo que habitamos. Cuando esa esencia está chicharreando, o sea sintonizando en una radio que no es la nuestra, llega el dolor a sintonizarnos y nosotros decidimos prestarle atención y cambiar de estación o seguir insistiendo en el chicharreo de la radio equivocada. Cuando escogemos la última es que vivimos la Vida recayendo en situaciones o vivencias similares. Aprendió la lección? Hizo la tarea? O va a seguir insistiendo en que se la comió el gato? Tapar el Sol con un dedo, somos maestros en mentirnos y hacernos trampa con lo que nos molesta de nosotros mismos y lo exteriorizamos, o sea empezamos a ver la paja en el ojo ajeno, culpamos al otro (pareja, mamá, papá, tío, al futbolista que choca etc.) le vemos mil y una falla al otro u otra, y no nos damos por aludidos que al calificar nos estamos calificando. Yo? No, si yo no miento! Yo? No, si yo jamás he chocado! Yo? No, jamás y bla bla bla...es el...es ella...porque yo soy un ser hipermagnifico, magnánimo, libre de errores y falencias, yo no maltrato verbalmente, yo doy todo de mí, yo soy super compasiva, yo, yo yo...tu, tu, tu...que agotador, lo ven? Pueden comprenderlo?

Iba a escribir algo más al respecto…pero después de problemas técnicos y varios días sin poder postear, creo que este post llega hasta acá…por ahora. Raya para la suma, el dolor forma parte del todo, es un detalle más del plan divino al que cada alma pertenece. Incorporarle es un must, es un derecho y un deber. Aprovechémoslo.

Como siempre, cariños y ahora, después de haber leído un corto texto de Richard Gere también agrego, felicidad. Así que cariños y felicidad.

K






No hay comentarios.:

Publicar un comentario