miércoles, 10 de junio de 2015

Mi mamá me mima, amo y mimo a mi mamá

Las historias con nuestras madres son tan variadas como hay estrellas en el universo. La misma relación con la Madre va cambiando y mutando con el tiempo. La mía, ha sido todo un viaje. Ha sido una aventura llena de risas, cariños, peleas, dolores, reencuentros, desencuentros y en el fondo un profundo Amor. De pequeña mi Madre era mi heroína y el día que ella tuvo que irse a trabajar al extranjero, y yo quedarme con mis abuelitos, lo recuerdo como uno de los más tristes de mi vida. Recuerdo el jeep que la pasó a buscar para irla a dejar al aeropuerto, recuerdo la parte de atrás del vehículo y como se alejaba. Recuerdo las tardes y noches de incesante llanto, extrañándola, aunque mis abuelos me dieron Amor, valores y una cuna familiar de seguridad y constancia...mi Mamá no estaba y hubo veces en el transcurso de mi vida que esa ausencia me pasó la cuenta. 

Nos reencontramos pocos años después y nuestra aventura juntas al otro lado del mar, nos llevó por caminos jamás imaginados. Hoy en día, al releer las páginas de mi Vida que hablan de nuestra leyenda, me doy cuenta de todo lo que hemos vivido juntas y me asombro. Leí los capítulos que hablan sobre los años de amargura, de pena, de resentimiento. Leí los capítulos que hablan de nuestras anécdotas viajando, jugando, riendo, acompañándonos. También repasé los episodios de sus enseñanzas e infinita creatividad y su incesante trabajar para darme lo mejor.

Con mi mamá tenemos un camino recorrido, juntas y a veces separadas, de grandes enseñanzas. No siempre ha sido fácil, no ha sido exento de dolor y sin embargo acá estamos. No hay lugar para otra cosa que el Amor entre nosotras. También soy mamá ahora, y se lo complejo que es. Sé cómo los hijos no siempre vemos, entendemos o comprendemos las razones de nuestras madres para hacer, decir o funcionar de cierta forma. Como hijos no vemos a la Madre como otra cosa que eso, una mamá, pero hace años descubrí que esa mirada es incorrecta. Después de una larga trayectoria dejé de juzgarla, dejé de sentenciarla y solté. Empecé a abrirle mi corazón de nuevo, poco a poco, me daba permiso para que ese amorcito siempre presente empezara a buscar las manos de mi madre nuevamente.

Sanar la relación con mi mamá es y será una de las alegrías más grandes de mi Vida. Es cierto, me sigue volviendo loca a momentos pero he aprendido a respetar que somos distintas, a veces me habla incesantemente de todo y nada mientras le digo que sí y sonrío, porque se que necesita desahogarse y ella hjizo lo mismo conmigo durante años, me hace reír con sus historias, me hace ponerme los pelos de punta cuando me dice que se le perdió algo...de nuevo. En definitiva, seguimos llenando hojas de nuestra historia como Mamá e Hija, tan distintas como la Noche y el Día. Admiro su amor, su dulzura, su ternura que aflora cuando puede fluir en su esencia. Esa esencia que pocos podemos ver cuando vemos a otros sin juzgarlos, sin sentenciarlos, sin rabias y sin miedos. Yo amo a mi mamá, es una mujer fuerte, creativa y espectacular. Por eso doy las gracias por todas tus enseñanzas, las que han llegado a través de nuestro recorrido. Amo a mi mamá con todo lo que es, tal como es! Gracias por juntarte con papá y darme la Vida. 

Cariños amorosos,
K

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