miércoles, 24 de junio de 2015

Tazita no more...

Érase una vez una niñita con sobrenombres como Polvorita, Tazita (por Taz), La Chúcara y así, suma y sigue, ya que era muy propensa a la reacción viperina, más que a responder desde la calma cuando se sentía atacada. No hace mucho  logró darse cuenta de cómo toda esa rabia y a veces ira que llevaba por dentro por una “injusticia” hacia su persona, la terminaba dañando más aún. Era como darse de latigazos, esperando que el foco de la rabia recibiera los golpes y sintiera la carne quemarse bajo los golpes…en fin, así funcionaba ella y es que tanto la habían dañado, tantas desilusiones, tantas batallas, tantos abusos, tantas injusticias que había tenido que sobrevivir que era la respuesta que tenía al mundo hostil en el que sentía habitar.

Un día, se encontró con un niñito, que con su calma y amorosidad le empezó a mostrar otro mundo con su mera presencia y forma de actuar. No había necesidad que el hablara, ella tuvo la lucidez de fijarse en los actos del niño, que además iban de la mano con sus palabras (cuando este decidía hablar) y por primera vez en su vida pudo vivenciar el amor sano, el amor tranquilo, el amor sin reproches y sin exigencias. Este fue el portal, su iniciación a una nueva forma de relacionarse consigo misma y luego con otros.

Poco a poco se fue dando cuenta, fue ejercitando, fue desidentificándose con las emociones negativas que la embargaban cuando una situación, que la llevaba a una antigua memoria de miedo, se apoderaban de ella. Fue aprendiendo que las memorias dolorosas y traumáticas que le venían a la memoria del ahora cargadas, pintadas, impregnadas de estas emociones negativas la paralizaban y la llevaban a un lugar de malestar físico, de dolores de cabeza, de incomodidad generalizada, de no querer estar en su propio cuerpo. Quería escapar de sí misma. Hasta que un día, tras mucho empeño y trabajo decidida a cambiar, entendió. Hasta que se dio cuenta. Hasta que cruzó ese umbral, hacia el que se sentía empujada, y al atravesarlo empezó a aprender. Despertó a la Vida, con todos sus colores y toda esa magia que sabía intuitivamente existía y que siempre le había hecho resurgir desde las cenizas.

Empezó a aprender sobre la importancia del presente, del aquí y el ahora, como un regalo. Que no hay otro tiempo que AHORA, que todo lo que nos han enseñado sobre el tiempo pasado y el tiempo futuro tiene que ver con una escolaridad lineal, de sociedades donde nos educan para producir no para sentir. Desde pequeños somos indoctrinados por estas máquinas de poder, manejadas por fuerzas robóticas que solo les interesa que se siga ese orden establecido, ese manejo de las masas como si de moldes gigantes de rebaños desalmados se tratase.

El pasado y el futuro no existen. El pasado solo existe porque está en la memoria, en las fotos que sacamos, en las imágenes que grabamos. Estamos obsesionados con dejar una marca, una huella. Será que instintivamente sabemos que todo es un sueño y que hay que despertar? No digo que la Vida sea un sueño, todo lo contrario, es MUY real, es cómo la vivimos que define si estamos despiertos o funcionando como “roboccs”. Estamos más cerca o más lejos el uno del otro? Te sientes más cerca o más lejos de la persona en tu grupo de estudios? Del vendedor en el paradero? Del carabinero en la calle? Eso depende de qué lente apliquemos para mirar a estos seres, a todos los que son “los otros”, “los demás”. Depende de qué tan dormidos estamos cuando abrimos la mirada, hacia nosotros primero y luego al resto. Qué ves, cuando te ves? Puedes verte? Me refiero a la imágen sin editar, esa sin Photoshop y que involucra todo lo que somos. Ying y Yang…dentro de lo blanco, lo negro y dentro de lo negro, lo blanco. Puedes aceptar y decir “si, ese/esa soy yo”, sin bajar la cabeza, no por soberbia solo admitiendo todo lo que es en este preciso instante. Sin juicios. Sin ponerle mente. Solo observándote. Sientes soledad? Sientes dolor? Sientes vacío? Sientes amor? Sientes compasión? Sientes humildad? Qué ves, cuando te ves? Si no puedes verte, como podrás ver a otro u a otra?

Cuando realmente VES a otro/a y sientes esa misma mirada de vuelta, es como ninguna otra sensación en el mundo. A veces  los amantes, con la euforia del enamoramiento que nos hace perder la cordura y caer en la locura, confundimos esas miradas con la real y no es hasta que a ambos nos toca pasar por una prueba, que logramos darnos cuenta si en verdad me estoy viendo, si en verdad estoy viendo y si en verdad estoy siendo vista/visto. Por eso, hay que llegar a un autoconocimiento tal que no confundamos miradas con visión. Requiere de práctica, no se logra de forma inmediata y todos tenemos distintas técnicas y formas de llegar a vernos, es decir conocernos a concho, sanarnos y despertar para ayudar a sanar las heridas propias y las de otros. Otros? Si, aunque sea solo una persona trabajando para ser mejor, impacta a su entorno de forma positiva porque somos energía, somos materia, no somos islas. Estamos todos conectados, queramos o no, es por eso que se habla de química entre las personas, o cuando decimos “siento X vibras de tal y cual”. Somos energía pura, somos seres amorosos en esencia, solo tenemos que recordar! Recordar a qué vine! Recordar que esta Vida no es solo levantarse al son del reloj todas las mañanas para producir, no es solo eso. Somos más que meros robotines y al mismo tiempo, entender que no todos tenemos la misma misión y que no cruzar el umbral es igual de valido como sí hacerlo. Cada cual tiene su propia evolución, a su propio tiempo.

En fin, atrás quedaron los apodos de la niñita. Creció y está aprendiendo, aunque a veces aparece…a veces patalea, es un trabajo en proceso pero su recompensa es para  la mujer que es hoy en día. A la que le han dicho, amorosamente, en alguna ocasión…La Gioconda…porque a veces, las niñitas que hemos pasado por fuegos transformativos en la Vida, terminamos con una leve sonrisa en los labios. Una sonrisa que no deja al descubierto los enormes misterios que llevamos dentro, porque esos…solo los entregamos a quien realmente sepa correr el velo, a quien de verdad…nos VE.

Cariños y felicidad,

K (ex-Tazita)

 

El Rey ha muerto, larga vida al Rey

Día de San Juan. 
Quema de lo viejo para que entre lo nuevo. 

Un día de reflexión, aunque cueste, aplicando la fortaleza compasiva de entregarme a lo que es, a lo que se está manifestando. No veo el camino, no veo el final y es una nueva forma de relacionarme con la Vida, dejando atrás el control...poco a poco, y lágrima tras lágrima de resistencia a lo que se está mostrando. Entregándome a todo lo que ES

Aún me estoy acomodando, aún no me gusta, debo admitir que el apego al resultado es fuerte. Mi mente me dice no, no, no...mientras que el Universo en su infinita sabiduría me envía mensajes, en este momento que escribo es a través del protagonista en la película de turno. Él dice una frase certera y a la vena que me indica que voy por el camino correcto..."hijo mío, el mayor don en la vida de un hombre es el amor".

A.M.O.R nada más grande y total, y mi único camino. No me dejo derrotar por el miedo, no dejo espacio para ese vil villano que no nos permite entrar en contacto con lo sagrado, con nuestra esencia. La esencia siendo la mezcla de nuestra alma, nuestra intuición y nuestra mente que habita en la máquina que usamos para navegar esta matriz terrenal. Duele, sí, pero sigo adelante agradecida por lo que he podido aprender y entendiendo el proceso en mi, puedo guiar a otros en el suyo. Cuento con la guía práctica para dummies que efectivamente es real el lema sobre el eterno contínuo de las cosas, relaciones y situaciones; El Rey ha muerto, larga vida al Rey.

Cariños y felicidad,

K


lunes, 22 de junio de 2015

La Rueda - Lo mejor Siempre está por Llegar

Llegar al fin de una etapa, señala el camino recorrido y lo que hemos aprendido durante ese período. Al mismo tiempo, es el inicio de otra aventura, el inicio de más aprendizaje. Ojalá cada etapa tratase nuevas tareas, pero no siempre es así. Nosotros mismos nos encargamos de aprender o no lo que tenemos que incorporar a nuestros ciclos, y más de una vez en la vida somos repitentes. No porque hagamos mal las cosas, a veces simplemente queda algún detalle por explorar que antes no logramos resolver al 100% y antes de avanzar hay que reanudar alguna labor y repasar materia para poder avanzar en nuestro crecimiento y desarrollo.

Sin embargo, sabemos lo amargo que es pasar por estos períodos usualmente dolorosos, pero es durante ese proceso de oscuridad y desolación que debemos darnos cuenta del tremendo potencial que tiene para nuestro propio bien. Suena raro, si? Cómo puede ser que el dolor sea beneficioso? Primero que todo, separando el sufrimiento del dolor. El dolor es una de muchas sensaciones que es bueno conozcamos, para así poder reconocerlo cuando llega sin hacerle el quite, sin intentar deshacerse de él porque también forma parte. Tenemos que recordar que la Vida es un delicioso enjambre de polaridades que nos ayudan a descubrir los sabores de esta,  recordando que al ser una mezcla que se entrelaza, las divisiones no son tajantes y se entremezclan los sabores, los colores, los aromas...creando así un sinfín de combinaciones que tenemos que aprender a percatar. No existe un molde universal para esto, cada uno de nosotros debe ir descubriendo su arcoíris personal y a veces durante esa aventura toca pasar por el dolor.

Ahora bien, el dolor no es sufrimiento. Si? El sufrimiento viene siendo el adjetivo, el superlativo, el título de la canción que estamos entonando y por lo tanto no es real. Quiero decir, cuando estamos en el sufrimiento lo sentimos muy real! Duele todo, lloramos, desesperamos, ansiamos y muchas veces perdemos de vista nuestro Norte, pero es optativo. Si! Cada uno de nosotros escoge este particular "topping" para el postre que nos estamos sirviendo. Entonces, sabiendo esto, porqué querríamos añadirle un "topping" tan tóxico a un exquisito postre que estamos por servirnos? Ya, pero aún queda el dolor, dirás. Si, aún queda el dolor y este forma parte del postre. Es necesario, es un ingrediente más en el postre que es la Vida, sin él no aprendemos. O acaso disfrutas de una cama recién hecha sin saber lo que es no tener dónde dormir? O acaso disfrutas de estar con el amor de tu vida, si no pasaste por lecciones previas que te llevaron a reconocerlo o reconocerla? El dolor es una tarea, una lección, una clase y es nuestro amigo. Un pinche amigo quizás, pero amigo, porque es de esos que te dice y te muestra las cosas tal como son. Te muestra a TI, tal como eres en este preciso instante. Te ayuda a crecer, no te endulza con falsos espejos diciéndote que está todo bien y que eres el ser más bello de la comarca. Es tu amigo, porque aunque duela, te muestra en qué mejorar. Siempre hay espacio para crecer, desarrollar, ser mejor de lo que éramos ayer o hace un instante y paradójicamente, mientras más pasamos por estas etapas de dolor menos lo vamos sintiendo. No queremos que desaparezca, pero que cada vez que tenga que hacerse presente sea con más y más amorosidad. Es distinto tener un maestro que intenta enseñarte a gritos, a tener uno que te enseñe desde la calma y la compasión.

Para poder asimilar que algo nos duele, primero debemos darle un espacio en nosotros mismos. Es decir, si me duele que una relación no esté funcionando, concentrarse en el otro es una soberana pérdida de tiempo que te aleja del propósito del para qué tienes que vivir esa experiencia. Hay algo en ese dolor que te está señalando un cambio que debes hacer en ti, un switch interno que se debe reacomodar para sintonizar con quien eres de verdad, y quienes somos en esencia no tiene nada que ver con el cuerpo que habitamos. Cuando esa esencia está chicharreando, o sea sintonizando en una radio que no es la nuestra, llega el dolor a sintonizarnos y nosotros decidimos prestarle atención y cambiar de estación o seguir insistiendo en el chicharreo de la radio equivocada. Cuando escogemos la última es que vivimos la Vida recayendo en situaciones o vivencias similares. Aprendió la lección? Hizo la tarea? O va a seguir insistiendo en que se la comió el gato? Tapar el Sol con un dedo, somos maestros en mentirnos y hacernos trampa con lo que nos molesta de nosotros mismos y lo exteriorizamos, o sea empezamos a ver la paja en el ojo ajeno, culpamos al otro (pareja, mamá, papá, tío, al futbolista que choca etc.) le vemos mil y una falla al otro u otra, y no nos damos por aludidos que al calificar nos estamos calificando. Yo? No, si yo no miento! Yo? No, si yo jamás he chocado! Yo? No, jamás y bla bla bla...es el...es ella...porque yo soy un ser hipermagnifico, magnánimo, libre de errores y falencias, yo no maltrato verbalmente, yo doy todo de mí, yo soy super compasiva, yo, yo yo...tu, tu, tu...que agotador, lo ven? Pueden comprenderlo?

Iba a escribir algo más al respecto…pero después de problemas técnicos y varios días sin poder postear, creo que este post llega hasta acá…por ahora. Raya para la suma, el dolor forma parte del todo, es un detalle más del plan divino al que cada alma pertenece. Incorporarle es un must, es un derecho y un deber. Aprovechémoslo.

Como siempre, cariños y ahora, después de haber leído un corto texto de Richard Gere también agrego, felicidad. Así que cariños y felicidad.

K






miércoles, 10 de junio de 2015

Mi mamá me mima, amo y mimo a mi mamá

Las historias con nuestras madres son tan variadas como hay estrellas en el universo. La misma relación con la Madre va cambiando y mutando con el tiempo. La mía, ha sido todo un viaje. Ha sido una aventura llena de risas, cariños, peleas, dolores, reencuentros, desencuentros y en el fondo un profundo Amor. De pequeña mi Madre era mi heroína y el día que ella tuvo que irse a trabajar al extranjero, y yo quedarme con mis abuelitos, lo recuerdo como uno de los más tristes de mi vida. Recuerdo el jeep que la pasó a buscar para irla a dejar al aeropuerto, recuerdo la parte de atrás del vehículo y como se alejaba. Recuerdo las tardes y noches de incesante llanto, extrañándola, aunque mis abuelos me dieron Amor, valores y una cuna familiar de seguridad y constancia...mi Mamá no estaba y hubo veces en el transcurso de mi vida que esa ausencia me pasó la cuenta. 

Nos reencontramos pocos años después y nuestra aventura juntas al otro lado del mar, nos llevó por caminos jamás imaginados. Hoy en día, al releer las páginas de mi Vida que hablan de nuestra leyenda, me doy cuenta de todo lo que hemos vivido juntas y me asombro. Leí los capítulos que hablan sobre los años de amargura, de pena, de resentimiento. Leí los capítulos que hablan de nuestras anécdotas viajando, jugando, riendo, acompañándonos. También repasé los episodios de sus enseñanzas e infinita creatividad y su incesante trabajar para darme lo mejor.

Con mi mamá tenemos un camino recorrido, juntas y a veces separadas, de grandes enseñanzas. No siempre ha sido fácil, no ha sido exento de dolor y sin embargo acá estamos. No hay lugar para otra cosa que el Amor entre nosotras. También soy mamá ahora, y se lo complejo que es. Sé cómo los hijos no siempre vemos, entendemos o comprendemos las razones de nuestras madres para hacer, decir o funcionar de cierta forma. Como hijos no vemos a la Madre como otra cosa que eso, una mamá, pero hace años descubrí que esa mirada es incorrecta. Después de una larga trayectoria dejé de juzgarla, dejé de sentenciarla y solté. Empecé a abrirle mi corazón de nuevo, poco a poco, me daba permiso para que ese amorcito siempre presente empezara a buscar las manos de mi madre nuevamente.

Sanar la relación con mi mamá es y será una de las alegrías más grandes de mi Vida. Es cierto, me sigue volviendo loca a momentos pero he aprendido a respetar que somos distintas, a veces me habla incesantemente de todo y nada mientras le digo que sí y sonrío, porque se que necesita desahogarse y ella hjizo lo mismo conmigo durante años, me hace reír con sus historias, me hace ponerme los pelos de punta cuando me dice que se le perdió algo...de nuevo. En definitiva, seguimos llenando hojas de nuestra historia como Mamá e Hija, tan distintas como la Noche y el Día. Admiro su amor, su dulzura, su ternura que aflora cuando puede fluir en su esencia. Esa esencia que pocos podemos ver cuando vemos a otros sin juzgarlos, sin sentenciarlos, sin rabias y sin miedos. Yo amo a mi mamá, es una mujer fuerte, creativa y espectacular. Por eso doy las gracias por todas tus enseñanzas, las que han llegado a través de nuestro recorrido. Amo a mi mamá con todo lo que es, tal como es! Gracias por juntarte con papá y darme la Vida. 

Cariños amorosos,
K

lunes, 8 de junio de 2015

Las heridas del miedo

Esbozo una sonrisa cada vez que tengo estos encuentros con mi sombra a raíz de situaciones tan cotidianas como un pequeño cambio en el “hacer”.  Hace un día atrás estaba leyendo artículos que tenía pendientes hace un tiempo, pero cada vez que hacia una búsqueda sobre otros temas para despejarme un poco, empecé a ver que el mismo tema reaparecía insistentemente. Para que se entienda bien porqué estas aparentes coincidencias tienen relevancia para mí, voy a explicar en breve (si es que puedo) mi proceso al punto en mi vida en el que me encuentro ahora.

Llegamos a este mundo como seres con total transparencia emocional, no tapamos lo que sentimos bajo cobertizos de miedo. La alegría, el llanto, la apatía, la nostalgia…lo que sea, lo mostramos y lo comunicamos, especialmente cuando estamos con nuestros pares. Bien vamos creciendo, nos vamos llenando de capas tras capas de inseguridades, rabias, complejos, angustias y muchas sensaciones, sentimientos y monstruos mentales que vamos heredando de los adultos que hacen lo mejor que pueden en proyectarnos todas sus deficiencias y limitaciones. Muchos adultos, la mayoría siento yo, no lo hacen por malicia. No buscan el goce en dañar a otros, aunque de primera fuente se que ese no siempre es el caso. Para mí, todas estas capas con las que nos vamos cubriendo tienen su base en el miedo. La abuela miedosa a que el nieto se enferme y muera así que lo sobreprotege mostrándole así al niño que el mundo es un lugar hostil que nos puede matar, y empezamos a temerle. El vecino mañoso que reta a los niños cuando piden manzanas de su jardín mostrándoles que la agresividad es la mejor forma de crear distancia y miedo hacia quien no conocemos bien. El hermano que crea situaciones para que los padres duden y desconfíen de otro de sus hermanos, incitando a que en este crezca la inseguridad hacia quienes deberían ser la protección más cercana enseñándole de esa forma a temerle a la intimidad. Son tantas las formas en que vamos creando situaciones en otros, proyectándonos en el otro cuando no nos queremos hacer cargo de nosotros mismos! Es mucho más fácil ver la paja en el ojo ajeno, cierto?

Personalmente me gusta ver el vaso tal como es, no soy de las que anda viendo el vaso “medio vacío o medio lleno” eso para mi es aplicar un juicio y el momento que aplico un juicio me separo de mí, y cuando me separo de mi misma ya no estoy en el amor, que todo lo abraza y lo incorpora, sino que estoy en el miedo que todo lo divide y lo separa. Por eso tengo la certeza de que estas personas y/o situaciones que nos traen dolor a nuestra vida son nuestros “pinches tiranos”, como los nombraba Carlos Castañeda. Si tomamos estas dolorosas vivencias como  oportunidades de autodescubrimiento, crecimiento y reencuentro con nuestra esencia podemos literalmente sacarle el jugo a estos procesos y atravesar aquello que nos da miedo, y esto…esto es lo que hago, atravieso estos pantanosos miedos transformándolos en una invisible fuerza vital que se siente internamente, y que otros igual de sintonizados pueden captar. Para los demás es un punto ciego y la persona sigue siendo plana, porque bueno…todo está en la mirada del observador. Tu caleidoscopio de vida, no habla de los demás, siempre habla de ti. Lo lindo de cuando atravesamos el miedo y nos concentramos en la luz (y no en el túnel) es que se nos abren mundos nuevos, que se comunican con nosotros a través de sueños, canciones, señales, insistencias y muchas cosas más.

Volviendo entonces al punto de partida, que tenía que ver con estos artículos que me  aparecían constantemente con el mismo mensaje y a los que decidí seguirles el rastro. Descubrí el común denominador era: “Retorna con tu niña, sin miedo. Retorna a la alegría y a la risa como cuando niña”. No es que sea una persona amargada, triste, callada o poco sonriente pero también entendí que el mensaje no iba enfocado a ese tipo de superficialidad. No, esto tenía que ver con un cambio de paradigma interno, un cambio de ruta  que me guía a seguir dando más y más pasos hacia quien soy de verdad…no lo que otros vienen proyectando en mí desde la infancia. Finalmente, el día después de toda esta vuelta de “darme cuenta” de esta sombra de miedo que llevaba conmigo y de lograr identificar una de sus fuentes es que me puse a reír tras la situación que me tocó vivir con esta persona que decidió que no pudo aguantarse el miedo propio y tuvo que ventilarlo y deshacerse de el de la manera más rápida y cargante posible, vaciandolo en otro...osea, en mi. Vi tan claro como el miedo tiene a esta persona en particular, entre sus garras, y como esta persona a estas alturas (o bajezas) goza y se nutre de este miedo como fuente energética. Vi como proyectaba su miedo, a raíz de una situación en mi vida, y como este miedo salía de su boca, su cuerpo y su cabeza como si fuese Medusa intentando envenenar con insinuaciones, entonaciones, opiniones…dejando escapar el típico sonido de serpiente que sueltan las personas cuando algo les causa tremendo impacto, es como un silbato entre dientes aspirando aire hacia el interior de la boca. Lo reconocen? Es algo así como…“..fffffuuuuuu….” , casi siempre acompañado de una cara de exagerado espanto o disgusto ante esta situación, que ni siquiera tiene que ver con ellos!



Como expliqué antes, fue una reacción (nótese re-acción) de esta persona ante un tema en mi vida, no en su vida, y mi primer instinto fue ponerme chúcara (si, es así como soy reconocida en mi tribu familiar), ya que debo admitir que ser el blanco de este tipo de reacciones en las personas solía ponerme muy, muy malgenio. Aún me sucede, aún me afecta pero el paso que he dado es reconocer las situaciones cuando me pasa e identificar al tipo de personalidad que me causa este resquemor en el alma, es decir…estoy avanzando, y lo que antes era un malestar de días, semanas, meses y finalmente una mochila de miedo que otros han proyectado en mí, fue ahora unos minutos de intensa molestia seguidos rápidamente por este reconocimiento del estado del alma de la otra persona y finalizando en una tremenda satisfacción de ser capaz de ver el desenlace, el
miedo en el otro y como ya no es mío. Me sentí libre y entendí los mensajes que me habían llegado con tanta insistencia, que hace rato aparecieron y que vinieron a quedarse. Bienvenidos sean los cambios! Hola niña, hola Karencita, chao miedos...uno por uno!

Con mucho cariño,
K


viernes, 5 de junio de 2015

Causalidades

Cuando dos personas comparten la misma visión y están dispuestas a hacer todo lo necesario para que esa visión suceda...eso es real, es palpable. Todo lo demás son excusas y muestras de que el camino no es con esa persona y que ya llegará el momento que un otro te mire como si fueras magia, como decía Frida Kahlo. Por ahora, es hora de despertar, crecer, meditar y saber que estás a salvo, viviendo en el amor por ti y para ti, sabiendo que todas las causalidades son para nuestro beneficio, tanto las que nos hacen sonreír como las que nos hacen llorar ❤ 
K

Hay que tener cojones para sanar

Estoy segura que hay que tener cojones para sanar. Es cierto, pasé por momentos miserables, vamos quien no se derrumba cuando la seguridad de la pareja desaparece? Una parte mía no se lo esperaba, aunque si estaba preparada. No se si es el famoso sexto sentido de la mujer o la ingenua honestidad de la contraparte con su actitud que lo delata. A vista y consideración del mundo alrededor éramos la pareja perfecta. Perfectamente armoniosos, perfectamente tranquilos, perfectamente cómplices, perfectamente unidos por casi una década. Sin embargo, en la intimidad, había algo que había empezado a deteriorarse hace ya un buen tiempo. No sé en qué momento exacto empezó para mi, no se cuál fue el momento preciso que me empecé a dar cuenta de mi infelicidad, pero no amenizó el golpe y porrazo que se avecinaba a pasos agigantados. Nunca me crucé frente a la puerta negándole partir, no me interpuse entre su felicidad y mi desdicha. Dejé de lado todo sentimiento egoico de querer retener. Cuando alguien se quiere ir porque retenerlo? No somos dueños de otros, no somos posesiones, y si alguien necesita seguir su proceso de vida por otro lado, eso también implica que algo mejor y necesario, para el propio proceso, está ad portas.

Por supuesto que hice preguntas, por supuesto que indagué, pero en realidad fue fútil ya que la contraparte solo daba respuestas nebulosas y nada asertivas, así que dejé de preguntar ya que la confusión del otro no ayudaba en nada. Entendí que las mejores respuestas vendrían con el tiempo, era hora de soltar el apego a esta persona y sanar. Porque claro que hubo apego, no lo asumo con orgullo, sino con completa noción de que no era una relación entre adultos. Me dediqué a ver el lado positivo de toda la situación, durante el duelo que siempre va en espiral. Cómo era experiencia buena para mi evolución, cómo ahora tenía que hacerme aún más cargo de mi misma y mis procesos internos.

Hay que tener cojones para sanar. Hay que nadar, sumergirse, ahogarse, tocar fondo y volver a nacer después de empaparse con todas esas sensaciones, sombras, dolores y ataduras a viejas concepciones que ya no tienen lugar en el aquí y el ahora. Hay que tener cojones para no caer en la victimización y la culpabilidad, y apuntar con el dedo al “otro” que no cumplió su parte del tratado cuando en realidad, uno también lo venía quebrantando. Cuando algo se rompe es para bien, por más doloroso que sea, por más compleja y difícil que se sienta la situación en ese instante, siempre es para mejor, ya que hay algo en nosotros a lo que le tenemos que prestar atención. Hay algo que necesita madurar y evolucionar que no tiene lugar para emerger en compañía con ese otro. Mejor fluir, sonreír y también llorar y patalear pero sin culpabilidad, sin juzgar.  Mejor fluir con la Vida y sonreír, ya que quien se va está cediendo su espacio amablemente a quien ahora le toca llegar y tomar ese espacio.  Por esto y mucho más…hay que tener cojones para sanar.

PD: Y si entremedio te caes, y te caes y te vuelves a caer tomas vuelo y vuelves a subir a tu Unicornio. Las equivocaciones no nos definen, son parte del camino, y el que diga lo contrario se merece una marca de herradura rosada en todo el trasero. Ok?

Con amor,
K