Érase una
vez una niñita con sobrenombres como Polvorita, Tazita (por Taz), La Chúcara y
así, suma y sigue, ya que era muy propensa a la reacción viperina, más que a
responder desde la calma cuando se sentía atacada. No hace mucho logró darse cuenta de cómo toda esa rabia y a
veces ira que llevaba por dentro por una “injusticia” hacia su persona, la
terminaba dañando más aún. Era como darse de latigazos, esperando que el foco
de la rabia recibiera los golpes y sintiera la carne quemarse bajo los golpes…en
fin, así funcionaba ella y es que tanto la habían dañado, tantas desilusiones,
tantas batallas, tantos abusos, tantas injusticias que había tenido que
sobrevivir que era la respuesta que tenía al mundo hostil en el que sentía
habitar.
Un día, se
encontró con un niñito, que con su calma y amorosidad le empezó a mostrar otro
mundo con su mera presencia y forma de actuar. No había necesidad que el
hablara, ella tuvo la lucidez de fijarse en los actos del niño, que además iban
de la mano con sus palabras (cuando este decidía hablar) y por primera
vez en su vida pudo vivenciar el amor sano, el amor tranquilo, el amor
sin reproches y sin exigencias. Este fue el portal, su iniciación a una nueva
forma de relacionarse consigo misma y luego con otros.
Poco a poco
se fue dando cuenta, fue ejercitando, fue desidentificándose con las emociones
negativas que la embargaban cuando una situación, que la llevaba a una antigua
memoria de miedo, se apoderaban de ella. Fue aprendiendo que las memorias
dolorosas y traumáticas que le venían a la memoria del ahora cargadas, pintadas,
impregnadas de estas emociones negativas la paralizaban y la llevaban a un
lugar de malestar físico, de dolores de cabeza, de incomodidad generalizada, de
no querer estar en su propio cuerpo. Quería escapar
de sí misma. Hasta que un día, tras mucho empeño y trabajo decidida a
cambiar, entendió. Hasta que se dio cuenta. Hasta que cruzó ese umbral, hacia el
que se sentía empujada, y al atravesarlo empezó a aprender. Despertó a la Vida,
con todos sus colores y toda esa magia que sabía intuitivamente existía y que
siempre le había hecho resurgir desde las cenizas.
Empezó a
aprender sobre la importancia del presente, del aquí y el ahora, como un
regalo. Que no hay otro tiempo que
AHORA, que todo lo
que nos han enseñado sobre el tiempo pasado y el tiempo futuro tiene que ver
con una escolaridad lineal, de sociedades donde nos educan para producir no
para sentir. Desde pequeños somos indoctrinados
por estas máquinas de poder, manejadas por fuerzas robóticas que solo les
interesa que se siga ese orden establecido, ese manejo de las masas como si de
moldes gigantes de rebaños desalmados se tratase.
El pasado y
el futuro no existen. El pasado solo existe porque está en la memoria, en las
fotos que sacamos, en las imágenes que grabamos. Estamos obsesionados con dejar
una marca, una huella. Será que instintivamente sabemos que todo es un sueño y
que hay que despertar? No digo que la Vida sea un sueño, todo lo contrario, es MUY
real, es cómo la vivimos que define
si estamos despiertos o funcionando como “roboccs”.
Estamos más cerca o más lejos el uno del otro? Te sientes más cerca o más lejos
de la persona en tu grupo de estudios? Del vendedor en el paradero? Del
carabinero en la calle? Eso depende de qué lente apliquemos para mirar a estos
seres, a todos los que son “los otros”, “los demás”. Depende de qué tan dormidos
estamos cuando abrimos la mirada, hacia nosotros primero y luego al
resto. Qué ves, cuando te ves? Puedes verte? Me refiero a la imágen sin editar,
esa sin Photoshop y que involucra todo lo que somos. Ying y Yang…dentro de lo
blanco, lo negro y dentro de lo negro, lo blanco. Puedes aceptar y decir “si,
ese/esa soy yo”, sin bajar la cabeza, no por soberbia solo admitiendo todo lo
que es en
este preciso instante. Sin juicios. Sin ponerle mente. Solo observándote.
Sientes soledad? Sientes dolor? Sientes vacío? Sientes amor? Sientes compasión?
Sientes humildad? Qué
ves, cuando te ves? Si
no puedes verte, como podrás ver a otro u a otra?
Cuando
realmente VES a otro/a y sientes esa misma mirada de vuelta, es como
ninguna otra sensación en el mundo. A veces los amantes, con la euforia del enamoramiento
que nos hace perder la cordura y caer en la locura, confundimos esas miradas
con la real y no es hasta que a ambos nos toca pasar por una prueba, que
logramos darnos cuenta si en verdad me estoy viendo, si en verdad estoy viendo
y si en verdad estoy siendo vista/visto. Por eso, hay que llegar a un autoconocimiento
tal que no confundamos miradas con visión. Requiere de práctica, no se logra de
forma inmediata y todos tenemos distintas técnicas y formas de llegar a vernos,
es decir conocernos a concho, sanarnos y despertar para ayudar a sanar las
heridas propias y las de otros. Otros? Si, aunque sea solo una persona
trabajando para ser mejor, impacta a su entorno de forma positiva porque somos
energía, somos materia, no somos islas. Estamos todos conectados, queramos o
no, es por eso que se habla de química entre las personas, o cuando decimos “siento
X vibras de tal y cual”. Somos energía pura, somos seres amorosos en esencia,
solo tenemos que recordar! Recordar a qué vine! Recordar que esta Vida no es
solo levantarse al son del reloj todas las mañanas para producir, no es solo
eso. Somos más que meros robotines y al mismo tiempo, entender que no todos
tenemos la misma misión y que no cruzar el umbral es igual de valido como sí
hacerlo. Cada cual tiene su propia evolución, a su propio tiempo.
En fin,
atrás quedaron los apodos de la niñita. Creció y está aprendiendo, aunque a
veces aparece…a veces patalea, es un trabajo en proceso pero su recompensa es
para la mujer que es hoy en día. A la
que le han dicho, amorosamente, en alguna ocasión…La Gioconda…porque a veces,
las niñitas que hemos pasado por fuegos transformativos en la Vida, terminamos
con una leve sonrisa en los labios. Una sonrisa que no deja al descubierto los
enormes misterios que llevamos dentro, porque esos…solo los entregamos a quien
realmente sepa correr el velo, a quien de verdad…nos VE.
Cariños y felicidad,
K (ex-Tazita)